domingo, 17 de marzo de 2013

El olvido en los albores del mes de Abril.

Siente, tiembla, respira, piensa, habla, grita, llora, le dijo su corazón al  hombre racional. No pudo, y ello le acarreó terribles consecuencias para el bien general de la tribu. Las cosechas no perduraron, y mató de hambre a los suyos; pero sí que floreció algo en su interior. Un vago deseo, una minúscula y tenue luz que le ayudó a desandar lo andado, a caminar por senderos que ya caminó en tiempos pasados, pero que en esta ocasión se hallaban erosionado, y pudieron haber cambiado. Ahora se acerca a esa montaña que ya subió una vez, la conoce. Mantiene el mismo olor, su gruesa y tosca roca es ahora, algo más vieja, parece que el tiempo apenas hizo mella en su relieve. Tal vez esos condenados occidentales, escaladores y perpetradores de almas, violaron su deidad, perturbando así el equilibrio latente de esa gran Litos. Ahora me acerco, y tengo miedo, hace 20 años que no la oigo respirar, no sé que sucederá cuando a los ojos me mire, y me diga que este es el final. Que la única salida se llama olvido con una caída que parecerá eterna. Tal vez no sepa que hice un pacto con el diablo, le vendí mi alma para soportar el dolor de la misma, me hizo inmortal. Es bastante probable que caiga, de hecho el margen de error es mínimo, casi inexistente. Pero en mi interior hay una esperanza ahora vacua, que me dice que tal vez no en este espacio, ni en este tiempo formaremos parte de la misma cosa. Ser parte de su sistema, integrarme en él, sentir sus latidos hasta que un terremoto nos separe.

Lo llaman esperanza, y es un estímulo vital muy superior a la suerte. No me siento preparado pero, ¿quién lo está? En esta noche fría, rezo porque todo vaya bien, limpies tu alma rocosa y sonrías con la primera gota de lluvia fina que rocíe tu corona.